Empresas, particulares y fundaciones se vuelcan con este comprometido colegio de Heliópolis donde acuden en su mayoría niños del Polígono Sur
Este último e importante impulso de Sevilla en los últimos años para renovar el centro se debe al movimiento y trabajo constante de la Asociación de Amigos del Colegio Corpus Christi, un grupo de en torno a 15 voluntarios a los que el párroco don Jesús Donaire contagió hace tres años el interés por este colegio, y gracias a la ayuda constante de la Fundación Diocesana de Enseñanza “Victoria Díez” de Sevilla. Los arreglos estructurales no es lo único que este grupo ha conseguido, el avance más importante consiste en las becas para el transporte y para el comedor, lo que supone una buena alimentación para estos menores, «y que pasen menos tiempo en las calles de su barrio», indica el director, Manuel Toledo.
«Cuando comenzó el comedor y las clases extraescolares por la tarde, los profesores eran los primeros que se quedaban voluntariamente a colaborar. Esto es cosa de todos así que también echaba una mano yo misma», indica Olga, miembro del AMPA y con dos hijos en el centro , Isaac y Lidia. Aún viviendo en Sevilla Este, ella eligió Corpus Christi a recomendación de su marido, antiguo alumno, y aún está convencida de que es la mejor opción para sus hijos, con altas capacidades. «Este colegio es al fin y al cabo una familia», afirma a su vez Amalia Rodríguez, antigua profesora del centro donde dio clases durante 38 años, «hemos hecho de confesores, o incluso de orientadores matrimoniales para los padres, siempre luchando por los buenos valores y por arreglar las necesidades de las familias».
Amalia recuerda con cariño a cada niño que ha pasado por su aula e indica orgullosa que muchos ahora son médicos, abogados, ingenieros, psicólogos o periodistas, e incluso apunta a un antiguo alumno que hace poco consiguió el Premio Extraordinario Fin de Carrera. «Nombró al colegio cuando recogió el premio, a su maestro se le caían los lagrimones», recuerda el director. Ahora el equipo de profesores lo conforman profesionales jóvenes que continúan con un trato basado en el respeto y en los buenos valores. También la cercanía con el alumnado es fundamental. «Han venido a nosotros niños llorando porque sus padres se separaban, por ejemplo, a los que tienes que consolar y tranquilizar», indica Noelia Pérez, tutora de primero, quien conoce el nombre de cada uno de los 92 alumnos escolarizados en el centro.
Estos niños, los adultos del mañana, lo recordarán en el futuro y los valores aquí aprendidos les acompañarán siempre. Es el caso de Fernanda Callejo, que ahora llega al centro con su nieto en brazos, y siente las clases mucho más pequeñas que cuando eran su día a día. «Para mi es especial la educación que nos dieron y guardo muy buenos recuerdos de aquella época», como la colonia de verano que vivieron en Cazalla. «Yo he vivido siempre aquí cerca y era una lástima ver cómo se iba degradando el edificio», explica. Por eso, es tan importante para ella ver el cambio para bien que ha vivido en el último año.
Y aquí no se acaban los avances. Para el próximo curso, los alumnos podrán disfrutar de un comedor con más de 40 metros cuadrados y un pista deportiva. Gracias a cada una de las entidades que se han contagiado del espíritu solidario de la Asociación Amigos del Colegio Corpus Chirsti. «Nosotros valoramos sobre todo la labor social que realiza este colegio», indica Rocío Soto, voluntaria de la asociación, «con una educación muy personalizada, católica y en valores, muy distinta a lo que muchos niños de aquí viven en sus casas o su entorno».